miércoles, 14 de agosto de 2013

Tiny things

Solía verla cada día, sobre las 18.30. Ella llegaba, pedía un café y se sentaba en la mesa del rincón.

La observaba fugazmente, temeroso de que pudiera descubrir los sentimientos que albergaba hacia ella.

Conocía la manera en la que colocaría cuidadosamente la cucharilla, siempre boca abajo, en la parte derecha de la taza.

Él fingía leer un periódico, trataba de autoconvencerse de la absurdez de la situación. Tenía 50 años, estaba casado. Cómo podía encontrarse ante aquella tesitura, ante aquella chiquillada, ante aquella realidad. Podría ser su padre...

En ocasiones su mirada se cruzada fugazmente con la de la chica del rincón. Una extraña sensación le hacía estremecerse. El corazón le daba un vuelco. Ruborizado, apartaba rápidamente su mirada. A veces le daba la tos.

Sin embargo, como atraído por una extraña fuerza, no podía dejar de acudir a su especie de cita.

Posteriormente la chica se levantaba, recogía amablemente su taza y la llevaba a la barra. No se despedía de él, ni siquiera habían hablado nunca.


Espero volver a verla mañana, pensaba con una sonrisa en su rostro. Por alguna extraña razón, era feliz.

viernes, 26 de julio de 2013

I keep dancing on my own



Somos de cristal, cristales que van acumulando microfracturas no visibles a simple vista, pero que las sentimos tan tan dentro.

Algunas veces esas microfracturas son tan abundantes y están tan extendidas que cualquier roce provoca un gran daño, llegando incluso a fragmentarnos en mil pedazos.

Sin embargo, pese a todo, siempre hay un pequeño atisbo de esperanza. Un pegamento que temporalmente impide que las tensiones proliferen, que se hagan nuevas fracturas.

Busca ese atisbo, ese pegamento, ese rayo de sol, esa pequeña esperanza que te permita seguir cada día frente a todo, frente a todos.  Puede que sea una simple mirada, un paseo en bicicleta, la brisa en la cara, una canción....





Eres tan especial, se feliz.